En estos días he estado experimentando una serie de emociones quizá extrañas o que quiza no tanto, relacionadas con el diario vivir, con lo cotidiano. Resulta que acabo de participar como presidente de una Junta Receptora de Votos en el proceso para elegir presidente en mi país Guatemala. El evento ha estado plagado de críticas en cuanto a la lentitud del proceso y se maneja entre bambalinas, la hipótesis de que pudo haber habido un fraude electoral.
En este caso particular yo me siento casi testigo de lo que a mi criterio, constituye la semilla del proceso de elecciónes, y esto es el escrutinio de los votos recibidos en una de las más de 16,000 mesas que se establecieron para recibir el voto de los Guatemaltecos.
De que se trata mi sentimiento: Después de haber vivido en carne propia lo que significa un proceso como estos, me molesta la forma tan irresponsable en la que en diversos medios se ha puesto en duda el tiempo que debiera llevar un conteo de los votos. Es un proceso que involucra a miles de guatemaltecos que deciden donar aproximadamente 20 horas de su vida, en forma initerrumpida, para ayudar a que el proceso sea lo más claro posible. Los Guatemaltecos y Guatemaltecas que tomamos esta decisión, y lo digo a titulo personal pero estoy seguro que represento sino a la totalidad, a una gran mayoría de voluntarios, lo hicimos para contribuir con el fortalecimiento de la democracia en el país. Al ser un proceso que involucra a miles de Guatemaltecos voluntarios, minimiza en gran medida la posibilidad de que ocurra un fraude con los resultados. Maxime cuando estos resultados no favorecieron al que podría considerarse era el candidato del oficialismo aunque sea de forma emergente a como resultaron las cosas al final.
El proceso es muy complejo, la forma de escrutar los votos nadie dijo que fuera sencilla, que falto capacitación si, definitivamente, pero aunque hubieran habido cursos durante las semanas previas, a mi en lo personal me hubiera mucho poder asistir.
En fin, no me atrevo a criticar a los críticos del proceso, ¿porque? Porque de no haber participado casi seguramente hubiera sido uno de los que más hubiera puesto en tela de juicio la manera en que se llevó a cabo el proceso electoral. Lo acepto y lo confieso porque suelo hacerlo. Mi reflexión es entonces, porque es tan delgada la línea que divide la verdad de la realidad. Y lo afirmo porque como dicen, mi percepción es mi realidad, y en este caso yo he estado defendiendo a capa y espada lo que según mi percepción fué el evento electoral del domingo recién pasado. Fundamentado en que el resultado de las votaciones en la mesa que yo presidí, correspondió en un 90% si no es que más, al resultado total de las elecciones. (pueden consultar en la página web del TSE los resultados de la mesa 484).
El pensamiento final es que si la mayoría de los Guatemaltecos nos involucráramos más directamente en el desarrollo político del país, sería distinta nuestra percepción; seríamos más protagonistas que críticos, y seguramente la realidad fuera diferente. Intentémoslo por Guatemala.
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